Un carcamán que se precie, tendrá bien definidas sus preferencias; regladas vale aclarar por la máxima rectora:
"el gusto válido es el que tiene más de dos décadas".
Todo aquello que tenga un "tufillo a novedad", será dejado de lado por el buen carcamán, sin argumentar razones (pues no lo vale). Descarta de plano todo lo "neo", salvo sea "neoclásico".